El posible uso malicioso de materiales peligrosos plantea riesgos sustanciales, lo que requiere que las organizaciones reconsideren sus enfoques tradicionales de gestión de riesgos. Comúnmente, el propósito final de tales ataques es causar daño o miedo, teniendo como objetivo desde infraestructura crítica, espacios públicos o grandes lugares para eventos a empresas en particular. Lamentablemente, la última década se ha caracterizado por un fuerte aumento en el uso de medios extremos para lograr estos objetivos.